A veces me siento confuso, encerrado en una cárcel de espejos. De espejos que reflejan el rostro de lo incompleto.
Quizás este sea el momento que nadie quiere que llegue. El punto imperfecto. La sombra de los recuerdos, el principio de un gran camino de olvido.
Problemas que, escondidos entre grietas, van dando luz a interminables quebraderos de cabeza.
Todo suena tan emotivo, irreal, de película. Podría crear un surco con mis dedos en el aire y marcar el camino que envuelve mi ser. Pero no soy capaz.
Gente que le llora a los adentros y le ríe a los exteriores. Gente de apariencias. Gente que sufre.
Sí el camino se hace al andar, caminaré con sigilo y numeraré mis pasos.
Borraré de mi memoria lo querido y soñado.
Sentiré la presencia del impresentable.
El sueño de una tristeza de verano.
El olvido del ayer.
El sueño del mañana.
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